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Thursday, August 21, 2008

Los Derechos Sexuales

20-Agosto-2008/ El Nuevo Dia, Puerto Rico
Efrén Rivera RamosCatedrático de Derecho
Los derechos sexuales

Los esfuerzos por revivir la debatida Resolución 99, que pretendía imponernos un referéndum para elevar a rango constitucional el matrimonio heterosexual, demuestran cuán empeñados están algunos en hacernos retroceder en ese largo camino que constituye el reconocimiento de derechos plenos a todos los miembros de nuestra comunidad.

Porque no quepa ninguna duda: la propuesta alberga un profundo ánimo discriminatorio. Su
aliento es la homofobia, por un lado, y el rechazo a las formas familiares diferentes, por el otro. Su asidero ideológico es la idea de que la sexualidad de las personas es asunto que el estado debe controlar con criterios morales y religiosos propios de una parte de la comunidad.
Tiene, además, otras repercusiones. Contradice la aspiración contemporánea de ampliar el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos de las personas a la luz de los derechos humanos vigentes en el plano internacional.

Es cierto que en algunos estados de los Estados Unidos se han dado pasos para congelar en sus constituciones el ideal del matrimonio heterosexual tradicional. Pero afortunadamente ese no es el único mundo que existe. Tampoco es el que nos deba servir de modelo. No debemos aferrarnos a él. Hay alternativas. Tal vez para sorpresa de algunos, la América Latina, como región, está dando saltos importantes en la dirección contraria a la que nos proponen los que favorecen la resolución de marras. Así, por ejemplo, el pasado mes de junio la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos aprobó una resolución en la que condena las violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual y la identidad de género, por considerar que tales violaciones son incompatibles con los principios de universalidad y no discriminación de los derechos humanos.

El organismo le encargó a su Consejo Permanente convocar una sesión especial con el objetivo de discutir la aplicación de los principios y normas del Sistema Interamericano de Derechos Humanos en el combate a las violaciones de derechos humanos basadas en la orientación sexual y la identidad de género. También le solicitó que le informe a la Asamblea General sobre el particular para tomar las acciones correspondientes.

La Unión Europea también ha dado señales en este sentido. El Artículo 21 de su Carta de Derechos Fundamentales prohíbe expresamente el discrimen por razón de sexo y de orientación sexual. Hace sólo tres meses la Agencia Europea para los Derechos Fundamentales urgió a todos sus miembros a basar sus legislaciones sobre parejas del mismo sexo en los principios de la igualdad de trato y la no discriminación.

Igual preocupación han consignado diversos organismos especializados de las Naciones Unidas. El nuevo Consejo de los Derechos Humanos de la ONU se ha distinguido por su énfasis en los derechos sexuales, incluida la no discriminación por orientación sexual. Y el influyente Consejo Económico y Social acaba de otorgarle status consultivo a la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero de España y a una organización similar de Holanda. Ya antes le había reconocido la misma condición a organizaciones análogas de Dinamarca, Suecia, Quebec y Alemania.

En mayo pasado, la Federación Internacional de Planificación Familiar, que agrupa a 151 organizaciones miembros y trabaja en 180 países, aprobó una abarcadora Declaración de Derechos Sexuales para guiar la gestión de sus integrantes. La declaración reconoce el derecho de todas las personas a tener control y decidir libremente sobre asuntos relacionados con la sexualidad y a elegir sus parejas sexuales, sin estar sujetas a discriminación alguna. Afirma también el derecho de cada cual a decidir si casarse o no, o si tener familia o no, “dentro de un ambiente en el cual las leyes y políticas reconozcan la diversidad de las formas familiares, incluyendo aquéllas no definidas por ascendencia o matrimonio”. En fin, que buena parte del mundo va por esos rumbos. No se justifica que nosotros tomemos otro.