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Wednesday, July 16, 2008

Los partidos políticos en un mundo de iPods

Los partidos políticos en un mundo de iPods
Por: Dr. Jesús Joel PérezEl pasado 9 de junio el gobernador de Puerto Rico, Aníbal Acevedo Vilá, acudió a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York a presentar su posición sobre el estatus de Puerto Rico. Ese mismo día la compañía Apple reunió en San Francisco, California, a todos sus programadores para presentar su nuevo producto: el iPhone. La comparecencia de Acevedo Vilá fue mayormente difundida por los medios locales. La noticia se disipó como humo a los pocos días sin más efecto que el que algunos analistas políticos quisieron atribuirle. Cero venta. En cambio, el evento de Apple fue reseñado por los diarios más importantes alrededor del mundo. Todavía los efectos de dicha reunión continúan provocando discusión, comentarios y cambios en todo el planeta. Apple vendió en los primeros tres días ¡1 millón de iPhones! Eventos como éste, que no tienen nada que ver con política, captan la atención de grandes sectores de la población, superando por mucho a los espectadores interesados en los temas políticos. Se puede entender mejor este fenómeno mediático y social si aceptamos algo que nos negamos a aceptar: que el mundo se ha transformado y que vivimos en uno globalizado y pluralista. Un mundo en que ningún país manda, donde la negociación prima sobre la confrontación, por lo que, hoy más que nunca, las destrezas de comunicación, diálogo y acomodo son sumamente importantes para ejercer un liderato efectivo. ¿Qué ha provocado este nuevo escenario?Antes de la desaparición de la Unión Soviética, el mundo vivió una era de tensiones llamada la Guerra Fría. Eran los tiempos en que el poderío de un país se medía solamente tomando en cuenta su capacidad militar y el armamento nuclear. Finalizada aquella etapa de la historia era de esperar que Estados Unidos se convirtiera en la única potencia mundial. Por el contrario el mundo se diversificó. Países como China, India, Japón y Rusia desarrollaron la suficiente fortaleza para retar a Estados Unidos en infinidad de asuntos. Y ni se diga de la Unión Europea. Al mismo tiempo, países como Brasil, Venezuela, Argentina, Chile y México se han posicionado como líderes reales de América Latina. Por otro lado, grupos como Al Qaeda, el Talibán, las FARC y los carteles de la droga ocasionan que las principales naciones del mundo tengan que cambiar la forma en que invierten dinero, recursos y energía. Ese es el caso de Colombia con las FARC y de México con el cartel de la droga. Súmele la influencias que sobre los gobiernos ejercen organizaciones como la OPEC, Amnistía Internacional, Médicos Sin Barreras y Greenpeace, entre muchas otras, y comprenderá que, por obligación, el liderato en asuntos importantes hay que usarlo con mucho cuidado y tomando en cuenta todos esos protagonistas. El ejemplo contrario es el del presidente Bush y la guerra de Irak. En este caso se decidió unilateralmente invadir ese país con el triste resultado de que se han gastado cientos de billones de dólares sólo para ver el poder, la riqueza y la imagen de Estados Unidos disminuida. En Puerto Rico el proceso de transformación en la toma de decisiones a tono con un mundo plurihegemónico y diverso está en pañales. Todavía los partidos políticos piensan que pueden ejercer el poder unilateralmente, y en algunos casos déspotamente. Tome como ejemplo el liderato del Dr. Pedro Rosselló. Consideró que podía, por sí solo, tomar todas las decisiones, error que le costó la presidencia de su partido, y al igual que a Bush, su prestigio. O el ejemplo de Acevedo Vilá, cuyas decisiones unilaterales han debilitado su partido y enajenado amplios sectores de sus seguidores. Actitud que le costará al Partido, al Pueblo y a él personalmente.Antes de que existiera la televisión y el Internet los partidos en Puerto Rico campeaban por su respeto. No cabe duda de que en el País, antes de la era de Muñoz Marín, quienes mandaban eran las corporaciones y unas pocas familias. Fue necesario que el País cambiara sus visiones políticas, gracias en parte a la proliferación de la prensa escrita y la radio. No cabe duda de que un nuevo liderato impregnado de coraje y compromiso social también hizo la diferencia. Con Muñoz todo el mundo sabía dónde residía el poder: en el Partido Popular Democrático. No ocurría nada importante sin que Muñoz y el PPD lo autorizaran. Después de Muñoz, el País comenzó a acostumbrarse a la presencia de otra fuerza de poder real: el Partido Nuevo Progresista. Por primera vez en décadas Puerto Rico ensaya el modelo de dos partidos principales fuertes y la alternancia política. Dada la condición política de la Isla ambos partidos se organizan a base de principios políticos-ideológicos relacionados con el estatus político. Lamentablemente, bajo esta nueva era pocas han sido las ocasiones en que los dirigentes de ambos partidos han alcanzado acuerdos para lograr propósitos comunes. Esa incapacidad de negociación logra su mayor expresión en el llamado gobierno compartido que se está dando en este cuatrienio y que la gran mayoría de los electores cataloga de fracaso. Ha fracasado, primero por la inexperiencia en política de alto nivel de los principales actores, y segundo porque en realidad jamás hubo interés ni intención de poner por delante el bien común, por encima del bien partidista.La realidad es que, en estos momentos, al igual que en el resto del mundo, en el Puerto Rico moderno hay nuevas fuerzas de poder que no se pueden ignorar, máxime si queremos evitar que nos pasen por encima y quedar rezagados en la historia. Para comenzar, se impone una nueva manera de entender la disciplina partidaria. Los partidos tienen que permitir la diversidad de estilos y métodos si es que no quieren ver menguadas sus fuerzas hasta desaparecer. En el caso del PNP está por verse si el liderato de Luis Fortuño puede crecer y desarrollarse de acuerdo con estas nuevas circunstancias. Si puede lograr implantar el estilo de alta política que aprendió en Washington, o descenderá, empujado por los propulsores de viejos estilos, al lodazal politiquero al que estamos acostumbrados. En el caso del PPD hay que ver si jóvenes como Alejandro García Padilla, José Alfredo Hernández Mayoral, Héctor Ferrer, Ferdinand Pérez y otros, quienes según las encuestas son los preferidos de los populares, pueden lograr la transición del Partido al mundo de la iPod. Un movimiento iniciado por el representante Jorge Colberg y varios otros líderes de avanzada, “Fuerza Nueva”, se está organizando a través de toda la Isla con ese propósito. Hay que ver si el liderato con los estilos del siglo pasado lo permite. También habrá que ver el rol que las uniones obreras, los industriales, los comerciantes, las universidades y otros grupos tendrán en esta reorganización del poder según lo dictan las tendencias mundiales. Se requieren acciones multipartidistas para enfrentar problemas complejos. También en Puerto Rico hay que ver cómo se controlan las fuerzas del narcotráfico al igual que ocurre en Colombia o en Méjico. Lo importante es que todos aceptemos que el mundo se ha transformado y que el futuro les pertenece a aquellos pueblos y líderes que puedan asimilar y aprovechar lo bueno de los cambios sociales, políticos y tecnológicos. Cambios que podemos ejemplificar en los fenómenos sociales que producen maravillas tecnológicas como la iPod. Podemos continuar hablando el lenguaje viejo, pero nos sucederá lo mismo que le pasó a Aníbal en su presentación ante las Naciones Unidas. Cero venta. jjperez@gmail.com

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