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Saturday, May 16, 2009

Un nuevo plebiscito criollo para Puerto Rico (II Parte)

Por Maurice A. Ferré
04 de mayo de 2009 04:00 am

En el anterior artículo expuse por qué no creo que resultará una resolución plebiscitaria por más bien que le vaya al Comisionado Residente, Pedro Pierluisi, en la Cámara del Congreso de Estados Unidos.

La posibilidad de éxito para el proyecto de ley de Pierluisi es bien remota en el 2009. Luego, en el 2010 viene la batalla partidista por el control del Congreso. Una pequeña ventana en el 2011 y ya empieza la contienda para la presidencia en el 2012. Los enemigos de la estadidad saben todo lo que he expuesto en este ensayo. Su táctica y su estrategia, ha sido y será: posponer. Así ha sobrevivido y sobrevive el estatus quo, el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, el sistema colonial que ha regido por más de medio siglo.

La única salida que tiene Luis Fortuño y el movimiento estadista, dada la actual incertidumbre del Congreso en Washington, es un referéndum puertorriqueño, como lo proponen la Presidente de la Cámara, Jennifer González y el Presidente del Senado Tomas Rivera Schatz.

Creo que a pesar de un mal comienzo, en cuanto al plebiscito, por Luis Fortuño en el Congreso penúltimo (el 109), su obra al final fue efectiva. Dije mal comienzo, porque el liderazgo del PNP insistió en un proyecto de ley completo, con todos los detalles, paso a paso, de cómo llegar a la estadidad. El Senador Mel Martínez (R. Florida) y el Senador Ken Salazar (D. Colorado) modificaron sustancialmente el Puerto Rico Democracy Act, pero tampoco llegó a nada.

En el último Congreso (el 110), con el apoyo flojo del Presidente George W. Bush (y la oposición tras bambalinas de Karl Rove, el jefe político de Casa Blanca, debido a su amistad con el cabildero de Puerto Rico, Charlie Black, que se ganaba $1.2 millones anuales), Fortuño sí prosperó en su proyecto de ley. Terminó con un rediseño en comité, que aguó el proyecto de ley aún más. Pero pasó comité unánimemente. Entonces, por influencia mayormente de la Congresista Nydia Velázquez, la Speaker Nancy Pelosi engavetó el proyecto de ley del plebiscito y ahí murió.

Todo esto ha seguido madurando y en este Congreso (el 111), bajo la dirección de Pedro Pierluisi podría llegar al markup antes de septiembre del 2009. Esta vez, la Presidente de la Cámara, Nancy Pelosi, sí permitiría el voto en el pleno y ahí tendría la mayoría.

Pero como he comentado en múltiples ocasiones, el futuro proyecto de ley Pierluisi-Serrano no prosperará en el Senado. Entonces pasaría del escenario de Washington a Puerto Rico, pero se perdería un año crucial.

Considero que la única salida al dilema del estanque en Washington sería un plebiscito puertorriqueño, tal como logró la estadidad el penúltimo estado, el 49, Alaska, en el 1958. Siguiendo el ejemplo del Estado de Tenesí en el 1796, y seis estados que le siguieron. Alaska optó ser el octavo que autoproclamaba su condición política como estado. Los ciudadanos estadounidenses de Puerto Rico, incorporados o no, tienen el mismo derecho a proclamarse un estado. Puerto Rico tendría la misma oposición que tuvo Alaska, los sureños y el partido Republicano. Tomó dos años de lucha, pero Alaska prevaleció. Si Puerto Rico así lo quiere, en su gran mayoría, también prevalecerá. Especialmente en los Estados Unidos del 2013 en adelante, en donde el voto hispano podría decidir elecciones presidenciales en estados como Florida, Colorado, Nuevo Méjico, Arizona y Nevada.

A mediados de los años 1970 José Luis González, el gran sociólogo puertorriqueño, regresó a la Isla después de su autoexilio de treinta años. Sus impresiones están bien documentadas en su libro, “Regreso al país de cuatro pisos” y en los múltiples artículos de Juan Manuel Gracia Passalacqua. Después de un coloquio en el Colegio de Abogados, a sugerencia mía, visitamos al historiador cubano Levi Marrero. Estaban presentes González, García Passalacqua, Manuel Maldonado Denis, Guillermo Baralt y yo. Al cabo de casi diez horas de diálogo, una de las conclusiones para mí fue que los “otros” para Puerto Rico siempre habían sido los libertadores. Puerto Rico históricamente rechazó a Simón Bolívar y rechazó a la gesta libertadora cubana. La única gestión política en el 2009-2012 que se aceptará en Puerto Rico tiene que ser de, por y para los puertorriqueños.

En artículos anteriores he concluido, igual que Juan Manuel García Passalacqua, que la única estadidad aceptable para Puerto Rico sería la de un estado hispano. En estos momentos eso no sería aceptable a la mayoría en el Congreso. Pero, si se origina la petición bajo el Plan Tenesí, anteriormente explicado, tendría una constitución estatal escrita en Puerto Rico y más importante adoptada por los votantes de la Isla.

Para los que proclaman que la victoria en el 2008 del Gobernador Luis Fortuño, con más de un millón de votos, no era plebiscitaria, recuerden que también ganó el PNP más del 60% de los municipios y de ambas cámaras legislativas. Todas las encuestas públicas arrojan la preferencia estadista por mucho más del 50% del electorado.

En los últimos cincuenta años Gran Bretaña en dos ocasiones ha rechazado la tesis de la disposición territorial. La primera fue con Argentina y las Faulkland Islands (Las Malvinas) y la segunda con Gibraltar. Lo que ganó, y sigue vigente, fue el consentimiento de los gobernados. Así será en lo de Puerto Rico y el Congreso. Consiguientemente el proceso de desterritorización (léase descolonización) tiene que originarse en Puerto Rico.

La primera pregunta plebiscitaria (referéndum) tiene que ser sobre la satisfacción de los votantes con el actual Estado Libre Asociado. Si gana el cambio, la segunda pregunta tiene que ser entre la estadidad federada y la República (con probable asociación a EE.UU.). Si gana la estadidad hay que discutir, debatir, redactar y ratificar una constitución y elegir dos senadores y seis representantes federales. Todo esto antes de noviembre 2012. Por esto también no hay tiempo para esperar que Pierluisi tenga éxito antes de marzo del 2010. Es comprensible la declaración hecha la semana ante pasada por el Comisionado Residente que lo del estatus tardara más de cuatro años. El problema es que Puerto Rico no puede esperar más para resolver su estatus político y el desastre económico de la Isla.

Si en un tiempo razonable el Congreso rechazara o ignorara la justa y legal petición de la gran mayoría de los votantes de Puerto Rico pidiendo la estadidad federada, yo, como muchos estadistas en la Isla y el continente, reconocería que EE. UU. no ha evolucionado lo suficiente para aceptar un estado hispano. Entonces yo, y muchos estadistas más, apoyaríamos la República Asociada. Luego, tendrían que esperar nuestros hijos hasta el 2042, cuando EE. UU. tendría una población de 100 millones de hispanos y como la República de Tejas, peticionarán la estadidad de afuera, cuando Washington aceptaría un estado hispano. Pero Puerto Rico aún tendría 3 millones de ciudadanos estadounidenses (o lo que fuera) en el 2042.

Yo estoy convencido, así como estaba mi tío Luis A. Ferré (QPD), de que Puerto Rico llegará a ser el primer estado hispano de Estados Unidos. Depende mayormente de la voluntad de Puerto Rico, la voluntad de los gobernados.

Vivimos en tiempos turbulentos, tiempos de crisis, tiempos de decisión, tiempos de envergadura y tesón. Tiempos que requieren liderato, constancia, visión y valentía.

¡Adelante Luis Fortuño!

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