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Saturday, January 19, 2008

La insurgencia encapuchada

La insurgencia encapuchada

Por: Luis Dávila Colón

“La guerra tradicional ya no existe. La confrontación, el conflicto y el combate civil proliferan alrededor del mundo... La guerra convencional en la que las naciones combatían en campos de batalla definidos con soldados y armas produciendo resultados decisivos en conflictos internacionales, ya no existe... Ese viejo paradigma de la guerra industrial entre naciones, ha sido sustituido por las nuevas guerras ideológicas entre los pueblos y religiones... Este nuevo paradigma envuelve planificación y confrontación estratégica entre combatientes civiles no tradicionales que no son ejércitos y entre componentes de una misma sociedad...”.

Con ese pensamiento relevante a nuestra realidad, comienza el revelador informe del Instituto de Estudios Estratégicos del U.S. Army War College: “La nueva realidad de seguridad Latinoamericana: Los conflictos asimétricos irregulares y Hugo Chávez”, de Max G. Manwarin, agosto 2007. El estudio es pertinente porque la semana pasada elementos de la Prensa le exigieron al precandidato Luis Fortuño, que evidencie y fundamente sus anuncios de campaña que atacan al Partido Popular de ceder ante las agendas de sus aliados chavistas y separatistas. Acevedo Vilá, inclusive, acusó a Fortuño de hacer una campaña de miedo y de ser “lo peor que le ha pasado al PNP porque representa su pensamiento más retrógrado”.

Lo que dice Fortuño tiene base en la realidad, pero no es el producto de su imaginación prolífica, ni de la paranoia republicana. Hace años vengo diciendo que el país está chavetizado y que las tácticas, estrategias y operaciones de la revolución bolivariana exportada, avanzan y dominan la agenda política en Puerto Rico. La guerra contra la Marina en Vieques fue sólo el principio. La guerrilla contra el Paseo Caribe es su última manifestación. Pero, volvamos al estudio de Manwarin y el War College. La tesis de este estudio es que las ambiciones imperiales de Hugo Chávez de exportar la revolución marxista para crear un imperio anexado latinoamericano, se basa en un nuevo concepto de la guerra asimétrica o lo que ha denominado Chávez la “guerra de todo el pueblo” y la “súper insurgencia nacional”. Ejemplo: “Todo Puerto Rico con Vieques”; “Campamentos del Pueblo”; “Todos por Puerto Rico contra Paseo Caribe”, etc.

Hace dos años en La Habana, Chávez y Fidel Castro coincidieron en que la revolución armada ya no es necesaria porque la exportación de este nuevo tipo de conflicto civil, que explota los instrumentos de la democracia en contra del capitalismo, el empresariado, la globalización y los Estados Unidos, ha sido exitoso en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Vieques y tiene posibilidades ilimitadas en Latinoamérica. El estudio Manwarin señala la vulnerabilidad a la seguridad nacional americana, porque este tipo de conflicto insurgente, ideológico y asimétrico, es el único tipo de guerra que suele perder los Estados Unidos. Eso lo sabe Chávez y también el War College. Puerto Rico lo debe saber.

El concepto legal y tradicional de lo que constituye una amenaza a la seguridad y a la soberanía nacional, esencialmente envuelve la protección del territorio nacional, sus ciudadanos y sus intereses vitales, contra las agresiones militares externas. Esa concepción estrecha de lo que representa la seguridad nacional, es hoy inoperante. Los nuevos enemigos trabajan desde adentro y con las debilidades y herramientas del sistema democrático, para avanzar sus propias agendas políticas, económicas y sociales. El nuevo enemigo opera ahora con individuos o con grupúsculos que se organizan dentro del sistema y se venden por la Prensa para desestabilizar, explotar la inestabilidad, limitar el control del gobierno, desacreditar las instituciones, crear caos y desesperación económica, fomentar la pobreza y la marginación, erosionar la confianza pública en la economía de mercado y sus estructuras democráticas y producir las condiciones ideales para la revolución desde adentro. Los combatientes ya no son ejércitos tradicionales ni cuerpos castrenses armados. Ahora, los nuevos insurgentes chavistas se insertan y obtienen control de comunidades, entidades, agencias, instituciones dentro de la sociedad civil, camuflajeados por la Prensa con un manto presumiblemente no ideológico ni partidista. En vez de políticos, se pintan como “activistas” de distintas causas: ambientalistas, defensores de derechos civiles, religiosos, sindicalistas, abogados, etc.

Las características de esta nueva guerra, son la confrontación y el conflicto continuo y el timoneo y el dominio de la opinión pública y de los métodos de persuasión de adoctrinamiento ideológico y sicológico del país. Ahora el campo de batalla se hace en las calles, en los gremios, en los sindicatos, en las universidades, en las iglesias y en las playas. No hay un campo de batalla definido y los conflictos y el clima de confrontación van desmoralizando y degradando la institucionalidad, restándole legitimidad a partidos y políticos y enfrentando civil contra civil. Como el comején, se comen el palo de adentro.

Esta “súper insurgencia” chavista, produce donde se exporta cinco niveles de conflictos: político, estratégico, legal, operacional y táctico. La característica principal del confrontamiento es que se alargue la crisis, se descajone la economía, se enfurezca la ciudadanía y vaya incrementándose de una fase de resistencia civil, a nuevas etapas de violencia y desasosiego o confrontación. Las operaciones paramilitares son sólo otro instrumento de poder utilizado por los nuevos combatientes. De ahí, las capuchas, el reto continuo a la ley y el intento de reprimir y de aplastar a sus adversarios.

Con cada nuevo conflicto se insertan más en los medios de comunicación, en los centros intelectuales, se infiltran en los gobiernos y partidos conservadores y tienen el propósito de ganar la guerra ideológica y sicológica a nivel de la saturación. El objetivo es pintarse como los desinteresados paladines (a lo Tito Kayak) de una nueva fortaleza moral y como los verdaderos defensores del pueblo, abandonado por sus partidos, sus políticos corruptos, sus gobiernos impotentes, sus juzgados politizados y sus demacradas estructuras. En esta lucha sin cuartel, el fin es ganar la guerra de forma total, para luego revolucionar y suplantar con un nuevo súper aparato constitucional y dictatorial.

Aunque ni Fortuño ni Rosselló puedan articular lo que el War College ha descrito, lo cierto es que mucha gente en Puerto Rico sabe que esta súper insurgencia, con la ayuda del PPD, se está quedando con el país. El War College acaba de sacar el gato chavista fuera del saco. La chavetización será tema de campaña, lo quiera el PPD o no...

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